Cada día, cada hora, cada minuto de vida da aquello
que el alma necesita vivenciar.
La mente dice:
“ ¿Por qué a mi? Este dolor nadie comprende. ¿Cómo
se cambia de manera elevada si es tanto el dolor?”
Todo esto la mente repite una y otra vez y nada
puede calmar su constante murmullo.
2 tipos de pensamientos tiene la mente: el elevado y
el destructivo. Dos pensamientos que se ven cada vez que tenemos que vivenciar
dolor.
Sólo el corazón puede poner fin a este caos mental.
Todo aquel que sienta dolor, saque de su mente el
murmullo y deje que su corazón de la respuesta.
“¿Para qué sirve el dolor que hoy siento?”
Sientan ahora la respuesta. Pongan la mano derecha
sobre su corazón y dejen que él sea quien responda.
“Para quién es este dolor?”
Una vez más dejen que el corazón responda.
Sólo oigan el latido. Sientan el coordinado latido.
Todo aquello que la mente repetía sin cesar se
acallará.
Dejen que el corazón diga su respuesta.
Se crece tanto con el dolor como con la alegría. Se
puede modificar el sendero tanto con dolor como con alegría. Pero se mira mucho
más el sendero de la vida cuando se siente dolor. El dolor mantiene el camino
detenido.
Somos seres en evolución por eso todo dolor nos da
la posibilidad de crecer.
Se manifiesta nuestro dolor en diferentes formas
pero nada toca nuestro sendero dolorosamente si ponemos la mirada en el
corazón.
Den a su alma la oportunidad de vivenciar lo que
necesita. ¡Dense cada uno la oportunidad de ser modificadores de sus propios
senderos!
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